Es un hecho que adolescentes y adultos estamos enganchados al uso de la telefonía móvil. Independientemente del lugar donde estemos, tenemos a mano nuestro móvil. Si miramos en las paradas de bus o metro, la mayoría de las personas están con su teléfono, ya sea hablando con otras personas, jugando o escuchando música.  Es tan alto el nivel de dependencia que tenemos que incluso mientras estamos con otras personas en un mismo lugar, tenemos nuestro dispositivo tecnológico en la mano.

 

     Sin duda, las aplicaciones de mensajería instantánea, las redes sociales, los juegos y la música nos han aportado a nuestra vida libertad, poder y diversión. Han mejorado nuestras relaciones sociales, dado que estamos continuamente hablando con nuestros familiares, amigos y compañeros. Además, estamos completamente informados sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor y en el mundo. Con nuestros dispositivos móviles podemos investigar e incluso meternos en nuestras plataformas educativas para mejorar nuestro aprendizaje.

 

    Por el lado contrario, he de mencionar que este adelanto ha hecho que no apreciemos las pequeñas cosas de la vida, es decir, disfrutar de una larga conversación con tu familia o amigos, escuchar música en la radio e incluso sentirse especial cuando se recibe una llamada para hablar durante largas horas. Ha hecho perder importancia al teléfono fijo.

 

    En mi opinión, no es bueno que nos sintamos tan adictos y dependientes de las nuevas tecnologías. Tenemos que aprender a valorar las pequeñas cosas que nos proporciona la vida. Por eso, intentemos controlar nuestra adicción por el bien de nuestra salud y de la vida.